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9 de agosto de 2009

¿Cuál es la diferencia entre espiritu y alma?



Es necesario comprender claramente la diferencia entre el alma que evoluciona (ser
psíquico) y el puro Atman, ser esencial o espíritu. El ser esencial puro no nace, no pasa
por el proceso de la muerte y el nacimiento, no depende del nacimiento ni del cuerpo, ni
de la mente, ni de la vida, ni de la Naturaleza manifestada. No está atado por estas cosas,
no está limitado ni afectado por ellas aunque las asume y las sostiene. El alma, por el
contrario, desciende en el nacimiento y pasa, por medio de la muerte - aunque ella en sí
misma no muera, porque es inmortal- de un estado a otro, del plano terrestre a otros
planos; después regresa a la existencia terrestre. Ella persigue, por esta progresión de vida
en vida, una evolución ascendente que la conduce hasta el estado humano, y hace
evolucionar, a través de todo eso, un ser de ella misma que nosotros llamamos el ser
psíquico que sostiene la evolución desarrolla una consciencia humana física, vital y
mental, como instrumentos para adquirir experiencia del mundo y para una autoexpresión
disfrazada, imperfecta, pero creciente. Todo eso ella lo hace desde detrás de un velo,
dejando entrever algo de su ser divino solamente en la medida en que se lo permite la
imperfección del ser instrumental. Pero llega un momento en que ella es capaz de
prepararse para salir de detrás del velo a tomar el mando y a orientar toda la naturaleza
instrumental hacia una realización divina. Es el comienzo de la verdadera vida espiritual.
El alma es capaz entonces de prepararse para la evolución de una consciencia manifestada
que será superior a la consciencia humana mental: puede pasar del estado mental al estado
espiritual y, por los diversos grados del estado espiritual, al estado supramental. Hasta
aquí, no hay razón alguna para que ella cese de nacer: de hecho no puede dejar de hacerlo.
Si, habiendo alcanzado el estado espiritual, ella tiene la voluntad de salir de la
manifestación terrestre, puede en verdad hacerlo -pero una manifestación más alta es
igualmente posible, en el Conocimiento y no en la Ignorancia.


Mas como ella conoce las fatigas de la mente y de la vida
como una madre siente y comparte las vidas de sus hijos,
insufla una parte pequeña de sí misma,
un ser no mayor que el pulgar humano,
en una oculta región del corazón
para afrontar las penas y olvidar la dicha,
para compartir el sufrimiento y soportar las heridas terrenas
y laborar en medio de la labor de las estrellas.
Éste en nosotros ríe y llora, sufre los golpes,
exulta en la victoria y lucha por la corona;
identificado con la mente, el cuerpo y la vida,
hace suya su angustia y su derrota,
sangra con el azote del Hado y pende sobre la cruz,
mas es el yo indemne e inmortal
que sostiene al actor en el escenario humano.
A través de éste nos transmite ella su gloria y sus poderes,
nos empuja hacia cumbres de sabiduría, a través de abismos de dolor,
nos da la fuerza para hacer nuestra diaria labor
y la compasión que comparte la aflicción de los demás
y la escasa fuerza que tenemos para ayudar a nuestra raza,
nosotros que debemos desempeñar el papel del universo
representándolo en una exigua forma humana
y acarrear sobre los hombros al mundo sufriente.
Éste es en nosotros la divinidad pequeña y desfigurada;
en este humano fragmento de deidad
ella aloja la grandeza del Alma en el Tiempo
para que ascienda de luz en luz, de poder en poder,
hasta que alcance una cumbre celeste, y se torne rey.
En el cuerpo débil, en su corazón un poder invencible,
se eleva vacilante, sostenido por una invisible mano,
espíritu esforzado en una forma mortal.
SRI AUROBINDO
Savitri, Libro VII, Canto 5